Cuenta la historia del Imperio Romano, que en un barrio alejado del centro de Roma, había un monumento a un ignoto General Pasquini, a cuyo pie, en la base figuraban las épicas y batallas libradas por el personaje. En esa base amplia, de noche se inauguraba en la era de la comunicación la utilización de epítetos contra el Emperador, hoy comúnmente llamados pintadas, grafitis o periódico mural. En esos escritos se daba cuenta del mandamás y sus familiares, por asesinos, corruptos, perversos y todas las inmoralidades conocidas de la época y de siempre. Ahí nació la palabra Pasquín para denominar las publicaciones bizarras y canallas, que se esconden en la oscuridad de la noche, como entonces, para sus propios fines políticos.
Claro que en la sociedad moderna, en medio de encendidas defensas institucionales, sobre supuestos pactos sociales en los marcos constitucionales, esos Pasquines se esconden detrás de la defensa irrestricta de la Libertad de Expresión, como bandera incólume institucional, imposible de ser cuestionada o siquiera mencionada en sus contenidos, por amparo constitucional, al mismo nivel que la propiedad privada. Esos mismos pasquines que en otros países desarrollados no podrían existir como tales y me refiero específicamente, a no poder contar con plataformas gráficas y audio visuales al mismo tiempo, como EEUU o Inglaterra, en nuestro país flamean su condición hegemónica, con obsenidad. Ni el New York Time tiene canales, ni la Fox tiene diarios, ni el Financial Time inglés tampoco. Es más si el Sr. Magneto quiere comprar tierras en EEUU, no puede hacerlo y si se hace norteamericano no puede acceder a más de pocas hectáreas. Sin embargo a nadie se le ocurriría plantear que en EEUU no existe Liberta de de Expresión o el derecho a la propiedad privada.
Pero los pasquines locales, Clarín y La Nación, no sólo poseen multimedios alegremente hegemónicos, sino que además en la época de la dictadura genocida, se quedaron bajo el convenio de amparar y ocultar los asesinatos en masa, con Papel Prensa, bajo extorsión de la familia Graiver y los dueños del diario La Razón, siendo los primeros torturados, encarcelados y su contador asesinado, bajo la fría mirada de los dueños de los pasquines, cómplices de la dictadura y sus métodos.
Con esa herramienta en su poder, fueron construyendo y derrotando gobiernos, fueron eliminando medios gráficos primero y después de los años 90, cuando se eliminó el artículo 45 de la ley de radiodifusión para permitirles acceder a medios audio visuales, expandieron su poder de fuego, comprando bajo extorsión los numerosos medios locales, levantados con esfuerzos comunitarios. De ahí a dejar de ser medios de comunicación para constituirse en un factor de poder, un solo paso.
En función de sus propios intereses, y de su experiencia en domar gobiernos díscolos con pocas tapas agresivas, embistieron contra las administraciones de Cristina Fernández, en una verdadera cacería de brujas, como ellos mismos reconocieron como periodismo de guerra. Ese martillar continuo de invención de noticias, en una inundación informativa a nivel país, con falsas imputaciones tomadas por jueces cómplices, cuyos flacos antecedentes merituaban una extorsión, persiguieron, denigraron, alentaron y aplaudieron, un linchamiento público al estilo medieval. Así hasta la hija de la Presidenta fue procesada por asociación ilícita por sucesos de cuando contaba con sólo 13 años de edad.
Esa situación permitió el ascenso de sus propios gerentes al poder, guionados por la Embajada de EEUU y complacidos por el aparato empresarial, mediático y judicial, con apoyo irrestricto de los Fondos de Inversión , verdadero poder del cual forman parte. Ese período, creían, les bastaría para desmontar como esos pasquines denominan “70 años de historia peronista populista”, a la cual le atribuyen todos los males del país, como por ejemplo ser soberanos, instalar el modelo social solidario más justo de América latina, haber abierto las universidades a los pobres, construir Justicia Social, ampliar derechos, tener una Tercera Posición Internacional no Alineada, ni mucho menos sumisa y colonial, como la que se proponen estos dueños de pasquines. Pero no le bastaron 4 años, porque el pueblo argentino tiene memoria histórica y puede ser influido y hasta manipulado, pero cuando agota su paciencia, estalla el escarmiento.
Claro entonces que era de esperar una contra ofensiva en el mismo instante de asunción de la fórmula Fernández – Fernández, que trataron inmediatamente de condicionar como “chirolita y la Jefa”. No les fue bien en esa operación, tampoco en elevarlo a Massa como la figura refulgente y confiable del Frente de Todos, pero su adhesión y compromiso con el peronismo kirchnerista se afianzó. Tampoco les fue bien al atacar a Kicillof y adjudicarle el default de provincia y ni su cercanía con la Cámpora, hecho maldito de estos tiempos, según su concepción o su interés de crear un enemigo y estigmatizarlo. No pudieron con sostener a Vidal y su imagen angelical, caída a pedazos a poco de levantar la alfombra, ni menos la de Macri, al cual abandonaron rápidamente, como hacen de costumbre.
Pero su afán es tal que no cesan, porque se trata de situaciones de poder, no sólo saqueo o acumulación de ganancias, sino de manejo y conducción del poder, como lo vinieron persiguiendo desde la dictadura militar y lo lograron cercando a Alfonsín, conduciendo a Menem, gobernando con De La Rúa y enfrentado al Néstor y Cristina, ampliado al UNASUR su objeto del deseo. Doblegar al peronismo fue la máxima victoria de los pasquines y sus socios, pensaron que habían logrado su objetivo estratégico, pero los títeres nunca funcionaron y menos aún pudieron conducir las complejidades de un país, con un pueblo vivo en su identidad nacional.
En medio de la Pandemia y Cuarentena, cuando el conjunto del pueblo argentino, con esfuerzo y sacrificio, los comerciantes, los cuentapropistas, los empresarios Pymes, las fuerzas de seguridad y armadas, las centrales de trabajadores, los movimientos sociales, todos en conjunto privilegian a la salud, como es la manda gubernamental, que ha erigido un liderazgo tal, que pretende ser deteriorado por los pasquines, en su afán de poder.
No dudan en atacar, pese a los ejemplos de Trump y Bolsonaro o Johnson, en sus políticas criminales, a los cuales ahora apenas mencionan, las políticas de Alberto Fernández que siguiendo al pie de la letra la recomendaciones de la Sala de Situación epidemiológica, que ha conseguido en su conjunto de determinaciones de políticas sanitarias y estratégicas del país, consolidar un camino de solidaridad social activa, que se había visto arrasada en la etapa del neoliberalismo, anhelada por los pasquines, en este tiempo de gobierno nacional y popular.
En ese contexto es en donde los pasquines se han propuesto sembrar el odio, agitar los fantasmas, seguir atacando al “populismo” e intentar conducir, desde los medios hegemónicos, la pos Pandemia en sus términos ideológicos de confrontación internacional, con el mundo que se viene, de recuperación de valores humanísticos, que den por finalizada una época, 45 años, dominada por un sistema capitalista financiero perverso, brutal e inhumano, que hizo naturalizar, a los pueblos, los acontecimientos más cruentos y perversos de la Humanidad, como denuncia el Papa Francisco, en una voz americana, morena, mestiza, criolla y profunda, que traslada al mundo.
Jorge Rachid
PRIMERO LA PATRIA
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CABA, 11 de mayo de 2020