Aquellas personas que van de salida en la gestión oficial, posan para los que serán sus últimos momentos en la política.
Lapad, Vargas y otros… serán prontamente superados por el resultado de sus propias mezquindades volcadas hacia personas vulneradas por la inseguridad, el hambre y la pobreza, extrema.
Aquellos que fueron el motivo de sus espacios públicos y por los que jamás levantaron un dedo para acercar un bienestar, al menos; humanitario.
Con la plata del pueblo hacen campaña y se muestran benefactores con el presupuesto del Estado provincial; juegan a ser samaritanos para tapar la condena social y popular de los fallecidos que cargan en sus años de gestión.
El Gobierno los deja en la sombra de la indiferencia y por más que intenten borrar con actos, premios y lisonjas, la realidad es de una “jubilación política” para unos y una licencia en la función pública, para otros.
La firme posición de los pueblos indígenas por cambiar la deleznable realidad de años que los subyugó, empieza a limpiar los espacios partidarios con vistas al próximo evento electoral en Salta y en Argentina.
La única Verdad que muestran es la cara, sin vergüenzas, de perdedores que creen aun que el pueblo no los conoce.