El abuso policial está permitido y amparado por la Intendencia de Salta, bajo las órdenes del jefe comunal -macrista- Gustavo Sáenz. Amparados en las zonas grises de un vetusto Código Contravencional, las fuerzas de seguridad civil se convirtieron en grupos de tareas represivas contra el empleo informal.
Ciudadanos senegaleses migran a Argentina y por lo general, en las ciudades del Interior suelen dedicarse a la venta callejera de artículos de temporada. Esta actividad comenzó a ser perseguida por la Dirección de Control municipal quienes a través de sus inspectores, realizan operativos junto a la Policía, para incautar mercadería que los directivos municipales, cargan en los baules de sus autos particulares.
El Código de Contravenciones de la Policía se convirtió en tres años como en una regla de supremacía por encima de disposiciones legales jurídicas mayores, incluso más que los articulados dispuestos por las Constituciones provincial y nacional. Incomprensiblemente, el ejercicio democrático, representativo, republicano y federal, va cayendo en desuso por arbitrio de quienes ostentan los cargos Ejecutivos desde Nación a Provincia y en el caso de las Intendencias, en el ámbito comunal.
Con la persecución, mal trato y detención de ciudadanos extranjeros y salteños, por igual, golpes a mujeres; represión callejera, Salta ha dejado algo más que los baches sin tapar. No importa la hora, lo concurrido que se encuentre el centro local, la balacera entre policías y trabajadores informales va cambiando la imagen de la otrora tranquila sociedad por un conjunto en tensión y conflictos permanentes, donde no se sabe en qué momento se verá a los agentes provinciales, reducir a una persona que trata de vender golosinas, alhajas, medias, o lo que fuera en las calles que a esta época respiraban aires de fiestas patronales.
La inseguridad que antes endilgaban a la delincuencia del pillaje, hoy en día le corresponde a la propia Policía municipalizada de facto, que corre por las arterias céntricas a las decenas de pobres que tratan de conseguir unos pesos para sobrevivir en una Provincia empobrecida y paria del sistema financiero que el macrismo cuida para unos pocos ricos, a costa de la pobreza creciente de los millones de ciudadanos a lo largo y ancho de la República, que de tal le queda poco, puesto que los Poderes Legislativos surcan el silencio cómplice, mientras los miembros del Ejecutivo para justificar que gobiernan, mandan como perros de caza a los policías que golpean, insultan y privan de la libertad a sus propios vecinos.
La Linda como se la conocía a la ciudad norteña, está perdiendo su mayor encanto; la tranquilidad de su gente, para abrirse a las penurias del conservadurismo porteño copiando el modelo represivo y dictatorial por el cual será eternizada la Intendencia de GUSTAVO SÁENZ.