El avance de las aguas que le pertenecen al Pilcomayo no cesa y esto provocó que al menos unos 350 habitantes, fueran trasladados de urgencia a sitios más elevados. Los parajes conocidos como La Gracia, La Estrella y Monte Carmelo, son los más afectados y consecuentemente, las comunidades originarias de la etnia wichi que se radican en la zona.
Sta Victoria Este es un sector del Chaco Salteño, intensamente depredado por los grandes capitales agroexportadores de la soja que tomaron -beneficiados por el gobierno local- enormes masas terrestres, desmontadas por completo. En las épocas de lluvia estival, esta área -otrora selvática- se ve afectada por la crecida de los ríos que la circundan, Bermejo y Pilcomayo vertientes del Amazonas que baja, a la época con ferocidad y carga de agua, entre otros elementos – serpientes y animales muertos- los aludes se notan con frecuencia, pues la capa de raíces vegetales que deberían impedir ese desastre, desaparece con los desmontes sojeros. Las poblaciones indígenas de Sta. Victoria Este, se debaten entre la sequía cuando el invierno y las inundaciones en el verano, aunque la desidia gubernamental sea durante las cuatro estaciones. No hay agua potable, ni posibilidades de cultivos para autosustentarse. El plan alimentario de la ciudadanía originaria, milenariamente se provee de plantas y animales silvestres que el monte chaqueño desarrolla. Ante el descontrol de los productores, ese área de bosque nativo no fue puesta a resguardo, sino todo lo contrario; la elite conservadora y de economía primaria, la va depredando de tal modo que es insostenible vivir allí en condiciones humanitarias.
Enfermedades de la pobreza
El año pasado, también se inundó Sta Victoria Este y a la par de ello, resurgieron los casos de tuberculosis, bronquiolitis, deshidratación, desnutrición, lehmaniasis, lepra, sarampión, las gastroenterocolitis, entre otras afecciones. La posibilidad de un sistema de salud pública confiable para los nativos, se ve lejano e imposible en un contexto de corrupción pública y opresión política.
No hay un plan de salud desde la administración gubernamental y la escasa estructura disponible, está colapsada, desde hace al menos 3 años; cuando se dejó de invertir y de sostener los programas para poblaciones indígenas.
La producción sojera además fue exenta del Fondo Solidario que permitía a los pueblos contar con dinero de las regalías por la agroexportación y con ello, se solventaban, programas que mejoraban la calidad de vida en aquellas poblaciones afectadas por el monocultivo en cuestión. Hoy, al estar desmantelado el sistema, económico, político y social, en un planteo nacional plenamente financista, hace que estas catástrofes estén muy lejos de ser consideradas naturales, ya que obra la innegable intervención del hombre en su poder de destrucción y codicia.
Con la nula gobernabilidad de la provincia, el desastre ecológico que afrontar las poblaciones más pobres de Salta y el país, se hace imposible pensar en una pronta estrategia de soluciones perdurables para los centenares de evacuados que fueron expulsados por el agua del Pilcomayo y excluidos nuevamente, por los poderosos agroexportadores y especuladores financieros, en campaña electoral.
Hace menos de dos semanas, apostados en la plazoleta IV Siglos de la ciudad de Salta, el acampe wichí de Misión Chaqueña, clamaba por una Ley de Educación Originaria. No es el único derecho, son todos los derechos humanos que le son privados en su condición periférica de nativos, acrecentada por la pobreza condenatoria a la que están obligados en un mapa de la crueldad que la elite enriquecida con recursos públicos, traza como periferia social.