Límite con Formosa, el punto tripartito y fronterizo del norte en el Chaco Salteño. El monte pierde su esplendor y los ríos de la zona reaccionan avanzando sobre las tierras depredadas. El hombre, las comunidades, la fauna y flora autóctonas, muestran sus heridas profundas por todo lo que implica vivir en un sistema corrompido por la codicia de unos pocos que timbean en las mesas del financiamiento internacional, la vida de sus semejantes.
Pepe Sandoval es nativo, originario de la tierra en la que vive como puede, en ese punto geográfico donde se cruza el hambre con la lejanía de la indiferencia, sobre los humanos. Allí se le ha dado por tener esa paternidad en la que hace su mejor esfuerzo, con lo que sabe, con lo que puede. Sandoval es un ciudadano argentino que le recuerda al Estado político el precio costoso de la vida de sus hijos en el paraje Las Vertientes, allá porque siempre es más allá, donde se pelea la miseria con las decisiones de esos otros hombres que no saben, no quieren o no les importa cómo Pepe Sandoval hace para que el cuerpo de su hijo discapacitado, tenga comida porque no existe en esa parte de la selva, aquella oración que versa “el pan nuestro de cada día” no hay milagros, no hay políticas, no hay campañas.
Compartimos la dolorosa imagen de un testimonio, guardando la dignidad de la ciudadanía que vive en la alejada Santa Victoria Este en la provincia de Salta.