Macri hizo que las provincias tornaran a los servicios básicos, insumos de lujo. Las empresarias prestatarias de la electricidad, el agua y el gas, se aprovecharon de estos años para cometer especulación y agio de manera impune. Ahora, a 211 días para terminar la gestión del PRO, una de las peores administraciones de la Historia, aumentarán nuevamente el servicio a los salteños.
El Ente Regulador de los Servicios Públicos es un organismo sin capacidad de evitar que los hogares más humildes sigan endeudándose para poder subsistir. No hay acceso a los alimentos en general, menos de calidad y menos aún en cantidad. A esto hay que agregarle la sobrevaloración de los costos que una vivienda precaria, para tener comodidades básicas, debe afrontar: la provisión de agua -que es de calidad dudosa para consumo humano- el gas, cuya presión no llega a ser óptima en los barrios periféricos y la electricidad que se hace inalcanzable en aquellas familias donde el ingreso mensual no llega a ser ni la mitad del costo de una canasta básica.
En el contexto creciente de la pobreza que azola al país, la población norteña enfrenta la desocupación, miseria y hambre como jamás se ha visto en esta región, haciendo que el vivir sosteniendo a la elite gobernante sea uno de los lujos menos redituables que se tenga en cuenta. Los entes como el Regulador, organismos puestos en funcionamiento desde Juan Carlos Romero a Urtubey, son megaestructuras burocráticas que demandan y consumen, estos recursos energéticos pagados por los más humildes y sosteniendo, fuentes laborales creadas para generar ingresos económicos a la propia elite, pues no se ingresa sino por disposiciones del propio gobierno de turno.
Las oficinas suponen que la ciudadanía debe aportar para alquileres, facturas de servicios, salarios y demás gastos, sin obtener a cambio, otra defensa que los intereses de las empresas hoy convertidas en las principales agiotistas.
Aumentar los servicios públicos, destruye la matriz productiva de la economía local, la que en los últimos años no ha podido recuperarse por la retracción del consumo en el mercado interno, el alto endeudamiento de los créditos tomados con entes internacionales a nivel país y por los gobiernos provinciales en las esferas de las regiones. La producción en general, sin entrar a detallar rubros, experimenta una fuerte caída. Las poblaciones alejadas de las urbes, además, no tienen otros servicios sino aquellos que hace poco más de un lustro les fueron provistos en las últimas inversiones -exiguas por cierto- realizaron las empresas que manejan los recursos energéticos propios de la República.
Con absoluta impunidad y sin freno alguno, pues los directorios de las empresas privadas, tienen sus alfiles en las oficinas públicas, lo único que avanza a paso firme es el empobrecimiento de la población argentina.
Subsidios para agua y electricidad
“La presentación de la documentación requerida no implica el otorgamiento del subsidio” es el cartel de advertencia que se exhibe en el ENRESP allí donde la ciudadanía debe postular previa presentación de una fotocopia del dni de todos los habitantes permanentes de una vivienda. La copia de la última factura a nombre de quien solicita un subsidio, si no es titular, debe presentar la autorización expresa del mismo. Una fotocopia de la escritura del inmueble o boleto de compraventa, constancia de catastro o posesión, adjudicación o certificado de convivencia, residencia.
Otro de los requisitos ineludibles, es que si dentro del grupo familiar de quien postula, existieren personas que concurran a escuelas primarias y/o secundarias, deben presentar un certificado de alumno regular. Sumado en el caso de pensionados y/o jubiladores o trabajadores en relación de dependencia, la presentación de una fotocopia de recibo de sueldo o el cobro del haber previsional.
Como se observa, de los pobres se sabe todo, de las empresas, nada. Jamás exhibieron un estado de balance, ni la inversión realizada a la fecha, ni los impuestos y tasas que le deben al Estado del cual, viven.