Desde la vicepresidencia, el gestor de los intereses acomodados, opera en contra de la comisión permanente para las mujeres. El fin es evitar el tratamiento parlamentario de la situación y derechos para las mujeres y el colectivo LGBTQI+ y demás minorías en la provincia.
El pensamiento retrógrado propio de la mirada feudal que sustenta al accioner de los caudillos del interior norteño, hace de las bancas departamentales, un recinto excluyente, donde la voz del pueblo no tiene cabida. Menos aún los sectores más vulnerables, asfixiados por los manejos de una élite indiferente y despreocupada en los asuntos de género, la violencia institucionalizada hacia las mujeres, las infancias y la diversidad.
No es fácil explicar que el Senado, con mayoría masculina, está sesgado en todas sus actuaciones, las que son de forma y jamás de fondo sobre la agenda social y política de los menos favorecidos, allí se cuentan a Pueblos originarios, sometidos largamente por las décadas que ostenta en una silla inútil y egoista como la ocupada por Mashur Lapad.
El fenómeno patriarcal de Salta con una Cámara de Senadores con el 99 por ciento de sus miembros hombres de por sí da para las más profundas y legítimas críticas.
Pero no conforme con este atropello institucional devenido de los esquemas críticos institucionales de la provincia, ahora, la Cámara alta se niega a construir el espacio óptimo para tratar las problemáticas de las mujeres, género y diversidades que aquejan a la sociedad.
Con los femicidios y graves niveles de maltrato acaecidos en Salta, es incomprensible que se invisibilice a las mujeres no permitiendo la conformación de una comisión permanente para este fin.
¿Qué temen los políticos en las bancas del Senado? Se puede inferir que un posicionamiento de la única mujer que para ellos es un error en el sistema. Sonia Magno, tiene a su cargo por la naturaleza de su militancia social y política, la causa de género, como el derecho a ocupar la posición de Vicepresidenta del Senado local, inevitable resultado del propio esquema.
Aunque en la vieja conducta política, de mercaderes y usureros, el “Turco” Lapad, negocia para que la única mujer en el recinto pase su mandato sin grandes logros, no sólo porque desafía a la misoginia imperante, sino por su legítima representación popular.
CÓMODOS Y SIN INTERPELAR A LOS FEMICIDAS
La Justicia se encuentra cómoda y abrigada ante el Senado, inmutable a pesar de la maquinaria torpe, lenta y sin perspectiva de género, para intervenir a favor de las víctimas por femicidio, maltrato, desapariciones, trata de personas, violaciones en manadas, como lo que sucede en el extremo norte de la provincia.
Se aproxima el 3 de junio y nuevamente Salta pedirá por Jimena Salas, por la profesora Palomo, por tantas mujeres que vieron sus vidas truncas y sus hijos e hijas, huérfanas sin que nada en Salta cambie, menos aún para lograr que el Poder de los jueces se sienta interpelado y urgido por terminar con este flagelo que diezma al interior norteño.
No es un dato menor que se nieguen a dar forma y actuación a una comisión parlamentaria permanente que atienda a las mujeres, si eso sucediera, el Senado vería el fin de la hegemonía masculina, pues en una porción importante las electoras, buscarían no sólo hacer femenina la voluntad de las urnas, sino que la participación en los esquemas partidarios sería abrumadora. Con esto, el 2023 asomaría como una sorpresa peligrosa para el orden de una provincia donde ser mujer es una afrenta contra el poder.