EL MILAGRO DEL 2022 será recordado como la celebración de la élite económica, el poder político y la derecha cambiemita. Afuera dejan a las organizaciones libres del pueblo que luchan para llevar la comida a sus hogares, signados por la miseria que reina en la provincia.
La capital norteña está bajo una de las peores intendencias de la historia municipal, Bettina Romero es el perfil de Cambiemos típico, por su modo de actuar, el blindaje mediático y el uso de la policía para reprimir a los necesitados.
No toda la sociedad es católica, el respeto al peregrino debe partir de la Iglesia y no es tal. Los recursos de la Provincia se destinan a puestos sanitarios, alimentos y alojamiento, para un evento religioso anual que reporta millones de pesos a las arcas del Arzobispado. Pero no todo queda ahí, las costumbres, los derechos colectivos como el de protesta, reuniones públicas, marchas, etc quedan prohibidos porque la Iglesia católica dispone de todos el casco histórico en una imposición sobre cuestiones doctrinarias que no representan, en la actualidad, la voluntad popular.
El arzobispado ejercido por Cargnello es cambiemita, como la Intendenta Romero, como la alianza gobernante de partidos que hoy coquetean con el ministro Sergio Mazza a nivel nacional, pero albergan el sádico sentido de ver en la persecución a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, una oportunidad de recuperar sus privilegios de clase.
Salta está sitiada por la policía, pero es una olla a presión que está buscan por dónde estallar con la furia de los hambrientos, con el hartazgo de los oprimidos y sobre todo, con quienes no soportan la hipocresía de quienes se golpean el pecho en la Catedral basílica mientras hay mujeres y niños que para comer, venden los rosarios y sus cuerpos vulnerados en las calles de una maltratada provincia que deja todo para mantener a la oligarquía improductiva y golpista.