Es muy difícil, por no decir casi imposible de encontrar un movimiento en el mundo que tenga tanta vigencia, aún a través de las generaciones, como el peronismo.
A pesar de los vaivenes propios de todo movimiento y teniendo en cuenta que ya tiene más de setenta años, el peronismo ha atravesado por diversas etapas, se ha dividido y fracturado repetidas veces. Ha ido de la izquierda a la derecha, atravesado períodos violentos, sobre todo internamente y así todo, “A pesar de las bombas, de los fusilamientos, los desaparecidos…” no ha perdido ni su impronta y menos aún su influencia en la vida política argentina.
A tal punto marcó épocas y generaciones, que otros países, o al menos otros gobiernos, lo tomaron como matriz para delinear sus políticas. El caso de Hugo Chávez es tal vez el paradigma, ya que fue calificado como el primer presidente peronista de Venezuela. No solamente el país bolivariano lo ha tomado como modelo, sino también varios países de África, Europa y Asia se han inspirado en los métodos aplicados en su momento por el propio Perón y luego por Néstor y Cristina Kirchner. En ese sentido, es clara una frase del fallecido ex presidente cuando expresó:
“Nosotros somos Peronistas, nos dicen kirchneristas para bajarnos el precio”. Más claro, imposible.
Otro de los aspectos que sorprenden del peronismo es su permanencia generacional. No es raro ver a jóvenes – algunos muy jóvenes – no solo portar remeras o alguna prenda con los rostros de Evita o de Perón, sino reivindicarse de ellos, con argumentos y fundamentos que no dejan de sorprender por su claridad y contundencia. La militancia peronista ha sabido transmitir sus valores y sus principios, sobre todo a través de sus viejos militantes. Lo que el mismo Perón en su momento llamó el trasvasamiento generacional. Es innegable que a pesar de los enormes esfuerzos hechos para borrar al peronismo de la faz de la tierra, ese trabajo ha sido exitoso.
La capacidad de actualización del peronismo es otra de las cosas que no dejan de llamar la atención. Adaptarse a las circunstancias siempre ha sido una de las características que supo singularizar al movimiento, sin nunca perder su esencia y siendo fiel a sus principios de la construcción de una “Patria socialmente justa, económicamente libre, y políticamente soberana”.
Cuando decimos que somos hijos de Perón, en algunos casos nietos, es porque comprendimos que lo que nos decía el General debía servir para las generaciones posteriores, esas que él sabía que no conocería, pero que vislumbraba.
Propongo un ejercicio, a mí entender por demás interesante: Tomen cualquier discurso de Perón, de 1943 hasta su fallecimiento, en 1974, cualquiera, hasta los más duros. En todos hace alguna referencia al futuro. Hace 70 años ya hablaba de ecología y medio ambiente, de la importancia de los recursos naturales, de Latinoamérica como una unidad política y económica para enfrentar los desafíos ante las potencias, sean cuales fueren, porque estas, como se confirma hoy, vendrían por el agua, el petróleo, los bosques y nuestra comida.
Y si se leen con cuidado esos discursos – seguidos de acciones – se observa que son todos complementarios. Como buen estratega, Perón tenía una visión global. No solo de las coyunturas, que como toda coyuntura son circunstanciales, sino del futuro, lo cual le otorgaba un sentido estratégico a toda la acción política, del cual a su vez derivaban las medidas a aplicar. Esto fue una constante en toda su vida.
Uno de los principales inconvenientes que tienen quienes no entienden el peronismo, es justamente ese, que tratan de entenderlo mirándose al ombligo, sin ver el conjunto, sin apreciar la situación global y sin pensar acabadamente en las consecuencias y las ramificaciones que tiene una decisión. Cada decisión de una persona, afecta a otros. A algunos los favorece y a otros no. El talento del estadista es tomar decisiones que no perjudiquen a nadie, o con el menor costo humano posible. Ejemplos hay millones. Por citar uno solo, las retenciones a algunas exportaciones, como por ejemplo la soja.
Los intentos de hacer peronismo sin Perón fracasaron todos, Vandor, López Rega, Rogelio Coria, Mario Firmenich, Menem, entre otros. Únicamente quienes tuvieron y tienen como Norte la doctrina, llevaron al peronismo a su consagración. Con sus errores y sus aciertos, con sus macanas – a veces enormes – solo quienes (a veces hasta sin nombrarlo) siguieron la doctrina, tuvieron algún éxito.
Quienes pretendieron – y aún hoy pretenden – usar al peronismo como excusa para ocupar posiciones de poder, se rompen los dientes contra una pared al poquito tiempo. Se encierran en sus contradicciones y se caen solos. Hay otros que se dan cuenta de sus errores y vuelven al redil. El Movimiento es tan generoso que los recibe nuevamente… ya que una cosa es un error de apreciación con respecto al camino a tomar y otra es una traición, y las traiciones se pagan.
Lo que tampoco pueden entender quienes proponen “revoluciones de la alegría” o “todos son lo mismo”, ni hacen ningún esfuerzo para hacerlo, es que el peronismo trasciende el tiempo y el espacio. Trasciende el tiempo, ya que tiene una asombrosa capacidad de actualización, a diferencia de otras opciones políticas, que se quedaron congeladas, algunas de ellas a pesar de su declamado progresismo.
A principios de los años 50 nuestro país era uno de los pocos que tenía la capacidad de producir aviones a reacción, los famosos Pulqui. Ya en el siglo XXI, la Argentina entraba en el club de los fabricantes de satélites geoestacionarios, los ARSAT, los dos bajo gobiernos peronistas, con más de sesenta años de diferencia.
Trasciende el espacio, ya que muchos dirigentes que buscan la liberación de sus pueblos se inspiran en el peronismo. Tal vez el más emblemático de ellos fue Jean-Fernand Brierre, embajador haitiano en la Argentina durante la revolución fusiladora, que pudo salvar a quienes se habían refugiado en su casa de ser ejecutados, entre ellos al General Raúl Tanco, uno de los jefes, junto con el General Juan José Valle de la sublevacvión. Algunos años después de esos sucesos de 1956, en una entrevista se le preguntó si él era peronista. “¿Cómo no voy a ser peronista, si soy hijo de esclavos?” fue la respuesta. Muchos presidentes y políticos, sobre todos latinoamericanos se inspiraron en el peronismo: Hugo Chávez Frías, que se autodenominó “el primer presidente peronista de Venezuela”, Mel Zelaya, derrocado presidente de Honduras por querer aplicar el justicialismo en su país, Jacobo Arbenz en Guatemala, Evo Morales en Bolivia, Omar Torrijos en Panamá, Rafael Correa en Ecuador, Lionel Jospin en Francia… la lista es larga. Y todos tienen algo en común, y son sus referencias a Perón.
El General no fue un santo que hacía milagros – bueno, eso está por verse – sino que aplicaba una doctrina y sus principios, basados en las 20 Verdades. Si bien sus tres gobiernos y los de sus herederos como Néstor y Cristina Kirchner tienen cosas criticables, se basaron en llevar a la Argentina hacia una Patria Libre, Justa y Soberana.
El peronismo mantiene su vigencia, a pesar de las proscripciones, explícitas o soslayadas porque tiene una doctrina que se actualiza permanentemente, pero que conserva una columna vertebral, que mantiene valores humanos por sobre todas las cosas.
AUTOR: Carlos Almeida, PERIODISTA