“Las partes acusadoras del juicio terminaron con sus alegatos. Por los hechos que damnificaron a Patrick Rice y Fátima Cabrera deberá responder Carlos Enrique Gallone. Acompañamos el pedido de condena del Ministerio Público Fiscal” informa el Centro de Estudios Legales y Sociales -CELS-
El 7 de noviembre terminaron los alegatos de las partes acusadoras en la causa que investiga algunos de los crímenes cometidos en uno de los centros clandestinos de detención más activos de la Capital Federal: “Coordinación Federal”.
El juicio comenzó en diciembre de 2018 y a lo largo del debate se produjo prueba sobre delitos cometidos por Carlos Enrique Gallone, Juan Manuel Grosso, Fausto José Mingorance y Rafael Oscar Romero. Raúl Guglielmineti y Eduardo Norberto Comesaña están imputados por el delito de homicidio. Muchos de los responsables del centro clandestino que Jorge Rafael Videla rebautizó Superintendencia de Seguridad Federal, todavía gozan de impunidad ya que utilizaban apodos, actuaban en la clandestinidad y aún no pudieron ser identificados.
Carlos Enrique Gallone fue uno de los principales responsables de Coordinación Federal. A lo largo del debate oral surgió prueba para ampliar la acusación que pesaba sobre él y atribuirle delitos de violencia sexual, que se dirigió especialmente hacia las mujeres allí secuestradas. El Ministerio Público Fiscal pidió que el Tribunal Oral Federal N°6 lo condene como coautor del delito de violación reiterada, abuso deshonesto, privación ilegal de la libertad agravada y tormentos agravados por haber ser las víctimas perseguidas políticas en 57 ocasiones, a 25 años de prisión y que, en virtud de condenas anteriores, se unifique su pena en una única: perpetua. Entre las víctimas de Gallone estuvieron Patrick Michael Rice y Fátima Edelmira Argentina Cabrera, quienes son representados por el CELS en el juicio.
La fiscalía pidió también que Fausto Jorge Mingorance sea condenado a 15 años, Rafael Oscar Romero a 10 –y se unifique su pena con las condenas anteriores en perpetua– y Juan Manuel Grosso a 10, por los delitos de privación ilegal de la libertad y tormentos, ambos agravados. Mientras que Guglielminetti y Comesaña sean condenados como coautores de homicidio en cuatro hechos, a prisión perpetua.
El abogado Pablo Llonto encabeza la querella como apoderado de María Alonso, víctima sobreviviente de ese centro clandestino. El CELS forma parte de la querella unificada.
Fátima Edelmira Argentina Cabrera es tucumana y a los 9 años llegó con su familia a la Capital Federal, a lo que hoy se conoce como Villa 31. Fátima se vinculó con la Capilla del Padre Carlos Mugica y se hizo catequista, actividad que sostuvo cuando se mudaron a Soldati.
Patrick –Patricio– nació en Irlanda y se radicó en la Argentina a los 25 años, en 1970. Era en esa época sacerdote católico de la congregación “Hermanitos del Evangelio”, fundada por el padre Carlos de Foucauld. Como cura tercermundista desarrollaba una intensa labor solidaria en las villas. Fue en Soldati donde conoció a un grupo laico, en el que estaba Fátima, con quien años más tarde formarían pareja.
Ambos fueron secuestrados el 11 de octubre de 1976, alrededor de las 20.30, cuando acababan de salir de una reunión en la Comisión Vecinal Villa Soldati hacia la avenida Cruz. Los interceptó una persona vestida de civil, que bajó de una camioneta. Fátima y Patricio pensaron que era para pedirles documentos. Cuando Patricio quiso sacar el suyo, la persona sacó un arma y disparó a los pies. Fátima gritó y en ese momento salió de una casa vecina otro hombre integrante de la policía. Ambos fueron subidos al vehículo y llevados a la Comisaría 36° de la Policía Federal Argentina; allí fueron interrogados y golpeados.
Luego, en un Falcon, fueron llevados a Garage Azopardo, donde estuvieron cautivos en condiciones inhumanas, fueron torturados con picana eléctrica y psicológicamente. A Patricio también se lo sometió al “submarino” y Fátima víctima de un intento de violación.
Cinco días después, el 16, los trasladaron por separado a la Superintendencia de Seguridad Federal. Fátima estaba físicamente devastada por la tortura y vestida solo con pantalón y campera, sin ropa interior ni calzado. La llevaron tabicada, sostenida por los captores, porque no podía caminar. Patricio fue recibido con golpes que lo tiraron al piso. Fátima recién por la noche se enteró de que Patricio estaba ahí, cuando pudo verlo y abrazarlo.
Como lo han recordado las y los sobrevivientes, al día siguiente, el domingo 17 de octubre, Patricio pidió a los guardias que lo dejaran hacer una misa por el día de la madre. Los sacaron al pasillo y la ofició allí, con pan duro, por cinco minutos.
Al día siguiente lo sacaron temprano de su calabozo, lo llevaron a bañarse y afeitarse y, en otro piso, pudo entrevistarse con el embajador de Irlanda Wilfred Lennon y su secretario Justin Harman. Allí los funcionarios irlandeses pudieron verlo con marcas de golpes y quemaduras de cigarrillos en su cuerpo. Su caso había llegado a la embajada de su país de origen por el aviso de miembros de la fraternidad. La embajada hizo público el caso a través de la prensa y pudo ubicarlo a través de la Cancillería argentina. A partir de las gestiones diplomáticas, aproximadamente tres días después, Patricio fue llevado primero a Devoto y luego a la Unidad 9 de La Plata. Finalmente fue expulsado del país en diciembre del mismo año. El hostigamiento a los “Hermanitos del Evangelio” fue parte de la represión a un sector de la comunidad religiosa en la Argentina ligada a la opción por los pobres. Al finalizar la dictadura la fraternidad se encontraba diezmada.
Fátima quedó a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, el 27 de octubre de 1976. En noviembre fue trasladada a Devoto y permaneció allí hasta el 27 diciembre de 1977, cuando la liberaron bajo la modalidad “libertad vigilada”. Su libertad definitiva llegó el 21 de diciembre de 1978. Fátima relató las vejaciones que vivieron como presas políticas en Devoto.
Transcurridos varios años, en 1984, Fátima y Patricio volvieron a tomar contacto. Patricio abandonó el sacerdocio y contrajeron matrimonio. Tuvieron un hijo y dos hijas. Nunca los abandonaron las secuelas físicas y psíquicas de la tortura. Años después, junto con María Alonso –representada en el juicio por Pablo Llonto– y otras víctimas sobrevivientes pudieron reconstruir gran parte de lo que sucedió en “Coordinación Federal” durante el terrorismo de Estado.
Patricio murió en 2010. Fátima mantiene aún hoy su labor solidaria y su militancia en la fraternidad laica Carlos de Foucauld, relacionada con la Iglesia católica.